Se escribe para entender el absurdo o hacer de tu dolor un puñado de palabras y arrancarlo así más fácilmente.
De madre ingenua a madre herida, del ruido al silencio, de la luz a la penumbra.
Mi hijo pertenece al océano, extraño ser de alas de mariposa. Feliz en tu pureza, silencio de madre que mira y se agota los ojos en las cuencas de las manos.
Mi empresa es difícil, pongo límites al viento y presas a aguas desatadas. Tejo alas de ángel, hilvano sonidos, sentidos y palabras.
Tener un hijo te ata a la vida, es una herida de por vida.
Siempre me gustó viajar, tener las alas dispuestas, ahora soy barca varada encadenada a tierra, balanceándose en el mar. Raíces enormes me encadenan a tierra extraña.
Un hijo, una herida, dos hijos, dos heridas.
Cómo me gustaría que me llamaras "mamá" y salvaras la distancia, quisiera no pertenecer más a ese mundo difuso.
Mi hijo y yo somos dos náufragos, en exilio pepetuo, tratando de entender a los hombres de tierra. Perdidos entre el viento y la luz de este mar milenario y generoso.
No hay tregua en la batalla solo el tiempo suficiente para coger aire y empezar de nuevo.
Mi esperanza es tu sonrisa cierta y pura en un mundo de enmascarados.
"Tu sonrisa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca"
Miguel Hernández
Dedicado a Carmen, niña entre tres mundos
De madre ingenua a madre herida, del ruido al silencio, de la luz a la penumbra.
Mi hijo pertenece al océano, extraño ser de alas de mariposa. Feliz en tu pureza, silencio de madre que mira y se agota los ojos en las cuencas de las manos.
Mi empresa es difícil, pongo límites al viento y presas a aguas desatadas. Tejo alas de ángel, hilvano sonidos, sentidos y palabras.
Tener un hijo te ata a la vida, es una herida de por vida.
Siempre me gustó viajar, tener las alas dispuestas, ahora soy barca varada encadenada a tierra, balanceándose en el mar. Raíces enormes me encadenan a tierra extraña.
Un hijo, una herida, dos hijos, dos heridas.
Cómo me gustaría que me llamaras "mamá" y salvaras la distancia, quisiera no pertenecer más a ese mundo difuso.
Mi hijo y yo somos dos náufragos, en exilio pepetuo, tratando de entender a los hombres de tierra. Perdidos entre el viento y la luz de este mar milenario y generoso.
No hay tregua en la batalla solo el tiempo suficiente para coger aire y empezar de nuevo.
Mi esperanza es tu sonrisa cierta y pura en un mundo de enmascarados.
"Tu sonrisa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca"
Miguel Hernández
Dedicado a Carmen, niña entre tres mundos
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