El exiliado tiene el privilegio del "forastero", es decir, la mirada, extraña de quien no comparte una historia ni una lengua común; se trata de una mirada doble o ligeramente estrábica que se acostumbra a no admitir nada como natural. Jose Luis de Diego
lunes, 28 de marzo de 2011
viernes, 25 de marzo de 2011
Tenía que huir y así lo hice.
Acepté el reto.
Quebrarse entre dos mundos, entre dos lenguas, entre dos versiones,
El cuerpo escindido.
Enredadera que persigue la luz hasta morir.
En una Grecia abrupta, sensual, vital, muerta, herida, hermosa, incandescente, terrible, virginal, irredimible...
Aquí os espero.
Soy una forastera con raíces en el viento.
Construyo una identidad volátil en la nada.
Entre dos mares, entre dos esquinas.
Grito en mi lengua, apenas me entienden.
Mi lengua sólo tiene una belleza estética e ininteligible.
Todos los matices, los perfiles, los aspectos, los anversos, las perspectivas de un universo imposible de compartir.
Nómada desterrado una y mil veces que
desgarra la tierra para unirse desesperadamente a ella.
Sigo en el aire, no puedo arrancarme las alas.
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