Mis artículos y entrevistas

jueves, 22 de marzo de 2012

"No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo." Fernando Pessoa



Por las orillas que no recorreré, por el cielo que no podré vislumbrar, por el tango que no bailaré en tu compañía, por los ojos que no besaré.
Por la vida que no tendré.
Por el viento que no quemará mi cara.
Por la tarde herida de rojo, por la mañana vestida de azul.
Por los poemas que no quebrarán mi voz.
Por la vida que no tendré.
Por la piel que no podré desear ni nombrar.
Por las calles nostálgicas de la Habana.
Por la verde humedad del Lejano Oriente.
Por las lluvias del Monzón que no bendecirán mi cuerpo.
Por la vida que no tendré.

Por el cuerpo de ese niño perdido que nunca arrullaré en mis brazos.

Mi ancla hundido hasta el fondo, en el centro de la vida.

Desde el lado oscuro.

Siempre desde la orilla, la inmensidad ante mí.

Por la canción que nunca escucharé de tus labios.

Mis sueños se han convertido en alfileres tristes,
postales de agua,
ternuras pétreas,
soles de acero,
palabras vacías,
miradas ausentes,
manos de lodo,
sueños sin vida,
sueños sin alas.




sábado, 25 de febrero de 2012

Un hijo, una herida

   Se escribe para entender el absurdo o hacer de tu dolor un puñado de palabras y arrancarlo así más fácilmente.
  De madre ingenua a madre herida, del ruido al silencio, de la luz a la penumbra.
Mi hijo pertenece al océano, extraño ser de alas de mariposa. Feliz en tu pureza, silencio de madre que mira y se agota los ojos en las cuencas de las manos.

Mi empresa es difícil, pongo límites al viento y presas a aguas desatadas. Tejo alas de ángel, hilvano sonidos, sentidos y palabras.

  Tener un hijo te ata a la vida, es una herida de por vida.

   Siempre me gustó viajar, tener las alas dispuestas, ahora soy barca varada encadenada a tierra, balanceándose en el mar. Raíces enormes me encadenan a tierra extraña.

   Un hijo, una herida, dos hijos, dos heridas.

Cómo me gustaría que me llamaras "mamá" y salvaras la distancia, quisiera no pertenecer más a ese mundo difuso.
   Mi hijo y yo somos dos náufragos, en exilio pepetuo, tratando de entender a los hombres de tierra. Perdidos entre el viento y la luz de este mar milenario y generoso.

No hay tregua en la batalla solo el tiempo suficiente para coger aire y empezar de nuevo.


Mi esperanza es tu sonrisa cierta y pura en un mundo de enmascarados.

"Tu sonrisa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca"

Miguel Hernández

Dedicado a Carmen, niña entre tres mundos